Se salvó una vez… ¡La segunda no!
Lo persiguen, lo
levantan, lo torturan y lo matan
A
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lgo muy grave debió haber hecho el
joven de 25 años de edad, Johan Guadalupe
Banda Montoya, quien fue primero perseguido y herido de bala, después fue “levantado”
y torturado, para finalmente rematarlo el pasado sábado 15 de fe-brero por la
noche y luego su cadáver fue arrojado a las puertas de la Funeraria Barragán, a
eso de las 3:00 de la mañana, del domingo 16 de febrero.
Como es del conocimiento público, Johan Banda
fue atendido de una herida de bala en el Hospital General el pasado miércoles
12 de febrero.
Según su testimonio, manifestó que ese día se
encontraba en las afueras de un rancho ubicado cerca de la colonia Nuevo
Sonora, cuando de repente sintió un dolor en el estómago y de inmediato se
percató que le brotaba mucha sangre, se sintió débil y cayó al suelo y al
percatarse que estaba herido de bala, dijo que le llamó a un familiar para que
fuera por él y lo trasladara al hospital.
En el nosocomio el diagnóstico
médico fue que tenía una herida en el abdomen, producida por un proyectil de
arma de fuego, con entrada y salida y que no ponía en peligro la vida, pero aun
así requería de reposo y cuidado intensivo.
Sin embargo, él mismo, quiso darse de alta el
sábado por la tarde, diciéndole al médico en turno, que temía por su vida, que sabía
que iban a ir por él al hospital para rematarlo, y para evitar una tragedia en
ese lugar lo dejaron salir.
Pero como es lógico pensar, Banda Montoya tenía “campana”, o sea alguien
vigilándolo, y al salir del hospital, discretamente lo siguieron y esperaron el
momento justo para herirlo y después “levantarlo”.
Según vecinos de la calle 32 y avenida 33, el sábado como a las 21:15
horas, se escucharon detonaciones de arma de grueso calibre en ese sector, además
del ruido estridente de varios vehículos conducidos a ex-ceso de velocidad y
sus ocupantes disparando.
Por la mañana del domingo 16 se supo que el joven quien era originario
de Huachinera, Sonora, pero re-sidente en esta frontera, en la colonia Pueblo
Nuevo, fue asesinado y su cuerpo arrojado por la madrugada del domingo, afuera
de la funeraria Barragán.
Al levantar los empleados de la funeraria el
cuerpo y depositarlo en la “plancha”, esperaron al médico le-gista, quien al practicarle
la necropsia de ley dictaminó que el cuerpo presentaba cinco impactos de bala
de grueso calibre, de las armas denominadas “cuerno de chivo”, aparte de
quemaduras en el brazo izquierdo, al parecer provocadas con un soplete.
Lo cierto es que hasta la fecha se ignora lo que en verdad sucedió y la
única evidencia es que el hombre se salvó la primera vez cuando le dispararon y
cayó al suelo y quizá sus victimarios lo dieron por muerto, y al enterarse
después de que estaba con vida, simplemente esperaron el momento justo, fueron
por él, lo persiguieron varias cuadras, lo hirieron, después lo le-vantaron y
se lo llevaron a una casa de seguridad donde lo torturaron para finamente
matarlo.