viernes, 21 de febrero de 2014



Se salvó una vez… ¡La segunda no!
Lo persiguen, lo levantan, lo torturan y lo matan


A
lgo muy grave debió haber hecho el joven de 25 años de edad, Johan Guadalupe Banda Montoya, quien fue primero perseguido y herido de bala, después fue “levantado” y torturado, para finalmente rematarlo el pasado sábado 15 de fe-brero por la noche y luego su cadáver fue arrojado a las puertas de la Funeraria Barragán, a eso de las 3:00 de la mañana, del domingo 16 de febrero.
 Como es del conocimiento público, Johan Banda fue atendido de una herida de bala en el Hospital General el pasado miércoles 12 de febrero.
 Según su testimonio, manifestó que ese día se encontraba en las afueras de un rancho ubicado cerca de la colonia Nuevo Sonora, cuando de repente sintió un dolor en el estómago y de inmediato se percató que le brotaba mucha sangre, se sintió débil y cayó al suelo y al percatarse que estaba herido de bala, dijo que le llamó a un familiar para que fuera por él y lo trasladara al hospital.
En el nosocomio el diagnóstico médico fue que tenía una herida en el abdomen, producida por un proyectil de arma de fuego, con entrada y salida y que no ponía en peligro la vida, pero aun así requería de reposo y cuidado intensivo.   
 Sin embargo, él mismo, quiso darse de alta el sábado por la tarde, diciéndole al médico en turno, que temía por su vida, que sabía que iban a ir por él al hospital para rematarlo, y para evitar una tragedia en ese lugar lo dejaron salir.
  Pero como es lógico pensar, Banda Montoya tenía “campana”, o sea alguien vigilándolo, y al salir del hospital, discretamente lo siguieron y esperaron el momento justo para herirlo y después “levantarlo”.
  Según vecinos de la calle 32 y avenida 33, el sábado como a las 21:15 horas, se escucharon detonaciones de arma de grueso calibre en ese sector, además del ruido estridente de varios vehículos conducidos a ex-ceso de velocidad y sus ocupantes disparando.
  Por la mañana del domingo 16 se supo que el joven quien era originario de Huachinera, Sonora, pero re-sidente en esta frontera, en la colonia Pueblo Nuevo, fue asesinado y su cuerpo arrojado por la madrugada del domingo, afuera de la funeraria Barragán.
 Al levantar los empleados de la funeraria el cuerpo y depositarlo en la “plancha”, esperaron al médico le-gista, quien al practicarle la necropsia de ley dictaminó que el cuerpo presentaba cinco impactos de bala de grueso calibre, de las armas denominadas “cuerno de chivo”, aparte de quemaduras en el brazo izquierdo, al parecer provocadas con un soplete.
  Lo cierto es que hasta la fecha se ignora lo que en verdad sucedió y la única evidencia es que el hombre se salvó la primera vez cuando le dispararon y cayó al suelo y quizá sus victimarios lo dieron por muerto, y al enterarse después de que estaba con vida, simplemente esperaron el momento justo, fueron por él, lo persiguieron varias cuadras, lo hirieron, después lo le-vantaron y se lo llevaron a una casa de seguridad donde lo torturaron para finamente matarlo.